El engendro llamado OEA

Por: Camila Moreno / Auca en Cayo Hueso

El engendro llamado (OEA), es una institución regional, en la que están integrados todos los estados del continente americano, con la honrosa excepción de Cuba, excluida desde 1962 y a la que nunca más regresaremos.Antes de recibir ese título tuvo como precedente lo que desde 1910 se conocía como Unión Panamericana, que después se convirtió en Oficina Internacional de las Repúblicas Americanas, hasta que en abril de 1948 pasó a ser Secretaria General de la OEA.

Entre los principales objetivos de este esperpento burocrático estaba el de promover “el libre comercio entre todos los países” y ¿qué fue lo que hizo la OEA cuando su miembro mandamás impuso el bloqueo financiero y económico y solicitó la moratoria contra la naciente Revolución cubana? Simplemente condenó a Cuba y la expulsó de su seno. Claro que la verdad se fue abriendo paso. Poco a poco los países de la región fueron asimilando la realidad cubana, algunos algo atarugados y a esta altura de la historia (incluyendo al displicente mandamás que mantiene sus majaderías de guapo de barrio), se está volviendo a lo que siempre debió ser.

¿Y qué pasa actualmente con la OEA?

Pues dentro de las sandeces del mandamás se mantiene aquello de que “como yo soy el que paga, necesariamente tengo que seguir siendo el que manda” y para algo se creó esta aberración que olvidándose de su propia carta constitutiva, pretende actuar como si de verdad fuera no una institución supranacional, sino un “gobierno continental”, con potestades omnímodas, con derecho a inmiscuirse en los asuntos internos de los países que lo componen y el actual Secretario General pretende actuar como el Presidente de una imaginaria “Confederación de Estados Americanos”, con la exclusión, claro está, de los dos países anglo parlantes del norte. Lo peor del caso es que se lo está creyendo.

Y mientras tanto la institución ha seguido asimilando nombres: Ernesto Che Guevara la llamó “Corte de los Milagros”, por la habilidad con que la organización convierte en “defensores de los pueblos” a los que por hábito, dedicación y servilismo no son más que vulgares traidores. El guerrillero heroico también la llamó “El Gran Teatro”, porque allí se montan los más grotescos sainetes antipopulares. Por su parte Raúl Roa, el Canciller de la dignidad, la designó como el “Ministerio de Colonias” título que le viene como anillo al dedo.

Claro que en la medida que los pueblos despiertan, ese Ministerio va perdiendo colonias, no importa que algunos carneros de la presente etapa se dejen degollar sin siquiera proferir un berrido de protesta. Mr. Almagro debería cuidar de sus correrías, porque la farsa anti-venezolana que ha estado escenificando desde que asumió el cargo de Secretario General, puede un buen día desconchinflarse abruptamente y quedar él con el trasero al aire.

Me viene a la mente la versión del trovador José Luis Ferrer, sobre un Señor que falleció en un pueblito villaclareño y en el epitafio en su tumba se dice: “Aquí yace Juan García/ que con un fósforo un día, fue a ver si había gas…/y había”. El montaje anti-venezolano, según el mandato imperial, es como un mechero de gas abierto. Mejor que no siga usted Mr. Almagro, encendiendo fosforitos.

 

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